Quizás la amenaza más importante a la que se enfrenta el Software Libre es el de las patentes de software. Este peligro es ya una realidad en EEUU, mientras que la sombra de esta calamidad se cierne periódicamente sobre Europa con proyectos de normativas como los que afortunadamente se han rechazado en el pasado en Bruselas, sobre todo gracias al esfuerzo de concienciación realizado por los grupos de usuarios y la Electronic Frontier Foundation.
La posibilidad de que cualquier entidad pueda patentar a su nombre cualquier «invento» (¡ en EEUU han llegado a registrar un método para entrenar gatos con punteros láser !) choca frontalmente con la filosofía de libertad del software libre. Mientras que bajo licencias como la GPL el flujo de información entre desarrolladores es prácticamente ilimitado, una patente sobre software coarta dichas posibilidades hasta dejarlas prácticamente en cero, si no es con el permiso explícito del patentador (probablemente tras el abono de unas elevadas tasas en concepto de «royalty»).
Por ejemplo, mientras que Linux y los sistemas BSD se han beneficiado mutuamente de las ideas de cada uno hasta ahora, con las patentes esta situación cambiaría drásticamente y se cortaría de raíz una de las colaboraciones más fructíferas del software libre hasta la fecha. Quizás fuera más apropiado un escenario en el que las empresas ceden sus patentes a una especie de «fondo común» de software libre, el cual licenciaría a todo aquél que quisiera desarrollar un proyecto libre basado en alguna de las patentes siempre y cuando el licenciatario no demande a ninguna compañía alegando una infracción de patente por ningún software libre usado o distribuido por esa compañía. Esta posibilidad se me antoja más constructiva y beneficiosa para la comunidad.
¿Patentes software? ¡NO, GRACIAS!.