Hace unos días, un cliente me planteaba su necesidad de construir una sencilla web estática, paralela a la principal basada en Typo3, donde publicar contenidos relacionados con cierto proyecto. Mi respuesta fue inmediata y contundente: nos basaríamos de nuevo en Typo3. Tras su primera reacción de sorpresa y de protesta ante lo que él denominó «matar moscas a cañonazos», no tardé en convencerle de que el uso del potente CMS suponía no sólo una inversión menor sino que además estaría realmente protegida.
El cálculo es bien sencillo. En el caso de una web estática, hay que maquetar (es decir, posicionar el contenido en la plantilla de diseño y generar un nuevo fichero HTML) cada página, lo que supone un trabajo ineludible de una duración mínima determinada que hay que realizar por cada una. Si hay que modificar, rehacer o corregir el contenido, no queda más remedio que remaquetar.
En el caso de una web basada en Typo3, lo primero es instalar y preparar adecuadamente el CMS, lo que supone una inversión en tiempo fija en cualquier proyecto, independientemente de su tamaño. Una vez integrada la plantilla del diseño, sólo queda introducir el contenido de cada página, operación con una duración sensiblemente menor que el caso anterior de la maquetación, ya que ésta la realiza automáticamente Typo3 al enviar la página al navegador. Además, cuantas más páginas tiene la web, menor es el peso de la instalación de Typo3 en la duración total del proyecto.
Veamos un ejemplo, en el que la maquetación manual de una página nos tomaría una hora, la instalación de Typo3 cinco horas y la introducción de contenido en el mismo unos 15 minutos por página. En el caso de una web de 10 páginas (incluyendo las necesarias páginas de contacto, aviso legal, propiedad intelectual y protección de datos), la duración de desarrollo total (sin contar el diseño) en el caso manual es de 10x1h. = 10 horas mientras que en el caso de Typo3 es de 5h.+10×0,25h. = 7’5 horas. Si en un ejemplo básico ya hay diferencias a favor de Typo3, imaginemos la ventaja en casos de mayor envergadura.
No olvidemos que Typo3 también protege la inversión. A lo ya reseñado hay que añadir que Typo3 permite crecer a los proyectos sin límite y de una forma sencilla, facilita la gestión de los contenidos (cualquier usuario, y no sólo un profesional de la web, puede hacerlo) y posibilita la introducción sencilla de funcionalidades tanto propias como de terceros mediante su potente mecanismo de extensiones. Para finalizar, hay que recordar que Typo3 es software libre, así que miel sobre hojuelas.