Dado que estos días se cumple un año desde que me hice con mi iPhone, voy a dedicar este primer artículo de 2010 a comentar los avances que se han producido en este tiempo en la compatibilidad con Linux. Si hace 12 meses apenas podía hacer nada desde el sistema del pingüino con mi iPhone, la situación ha cambiado bastante y ahora es posible hacer alguna que otra cosilla interesante.
Existen varios «culpables» de las mejoras en esta cuestión. En primer lugar se encuentra el propio núcleo de Linux, cuyas últimas versiones detectan sin problemas al iPhone como un dispositivo USB, poniéndolo a disposición del resto del sistema operativo. En este momento entran en juego una serie de componentes básicos del sistema como hal, udev y dbus, que crean el entorno de trabajo necesario para que las aplicaciones de usuario puedan acceder al iPhone adecuadamente (de este modo, comandos como lsusb
reconocen al iPhone perfectamente) y generan eventos para avisar a dichas aplicaciones de que se ha conectado dicho dispositivo al sistema.
A continuación se encuentra KDE4, cuyos importantes avances en los últimos dos años han permitido convertir los mencionados eventos en notificaciones para el usuario y en acciones contextuales para que éste pueda actuar sobre el iPhone con aplicaciones finales como digiKam, la cual permite descargarse las fotos que tengamos almacenadas en el móvil, o Amarok, con el que podemos gestionar la biblioteca musical del iPhone. En éste último caso, es necesario contar además con las últimas versiones de otras herramientas software, como libusb-1.0, usbmuxd, libiphone, iFuse y libgpod. Existe un completo artículo a este respecto para aquellos interesados en profundizar en esta línea.
En definitiva, el trabajo y el esfuerzo de la comunidad Linux en los últimos tiempos está siendo de tal calibre que incluso dispositivos tan propietarios y tan cerrados como el iPhone están rindiéndose al Software Libre.