Parece que me he debido portar bastante bien en 2008, porque los Reyes Magos me han dejado este pasado 6 de Enero un reluciente iPhone de 16 GB, listo para empezar a cacharrear con él. Hacía tiempo que quería poner mis manos en un dispositivo que me asegurara conectividad a Internet allá donde estuviese a la vez que me permitiera tener acceso remoto y seguro a todos mis recursos privados. Si a esto le añadimos que también es un teléfono móvil, miel sobre hojuelas. Sigue leyendo